Veinticinco artistes. Seis días de búsquedas, experimentaciones, planteos. Pura procesualidad. Metodologías en intercambio. Modo de vernos, modos de representarnos, modos de coexistir, resistir, reexistir.
Derivas, hacer en el espacio. La calle, la ría y la sala en constante diálogo para agenciarnos en el adentro afuera de una ciudad viva. Residencia es una linda palabra, pero Campamento es una palabra hermosa. Acampar también es un habitar temporario, pero la diferencia con una residencia sería que aquí se resalta fuertemente la vocación colectivista, relacional e integradora. Y también incluyente de nuestro deseo de estar con otres, de un devenir de lo común que habilita nuevas chances de otros mundos.
Además, acampar, remite a formar campo, en el sentido de escena artística, a la que sin dudas este tipo de experiencias contribuye. Y finalmente, acampar tiene que ver con acuerpar los territorios para construir otros posibles, compartiendo la vida.
Y compartir es crear.
¿Cómo es una curaduría del encuentro, una curaduría de la intensidad?
Vivir juntes cada segundo,en un juego de temporalidades suspendidas. Cotidianeidad, ritmo, forma y sustancia. Y la única certeza en un mar de incertidumbres: ya no estamos solxs.
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